Tengo un amigo que publica en Crónicas del Kayakero Experto, cosas que escribo. Se agradece, pero a veces, apena. El eclipse que me inventé la semana pasada tiene su historia. Y quiero contarla, en tres pequeñas anécdotas. EL 11 DE ABRIL DE 1960 fue el XV CAMPAMENTO NACIONAL SCOUT EN PLAYA DE ORO, COLIMA, justo donde ahora está el aeropuerto de Manzanillo. El 13 fue Luna llena. Estábamos en la angosta y larga playa de oriente a poniente. Justo al ocultarse la última raya del sol, en la arena apareció la primera raya del mismo disco en el lado opuesto. Fue como magia. A mis 13 años fue el espectáculo de infancia más impresionante. Entra el disco frente a nosotros, e inmediatamente vuelve a salir, pero ahora por atrás. Estábamos justo en el día y hora de luna llena. Era Semana Santa y fueron testigos 1,200 scouts que no teníamos otra cosa que hacer más que caminar en la playa cuidando de no pisar miles de cangrejos. Tampoco podíamos entrar al mar. Estaba plagado de tiburones. Tampoco a la selva, justo al otro lado de la playa, porque pululaban alacranes, víboras, tarántulas, iguanas, y de todo. ¿Por qué? Porque en Noviembre de 1959 entró un huracán que llenó de descomposición, podredumbre y tepocatas una playa otrora paradisíaca con remanso de agua dulce. No hubo tiempo de cambiar la fecha y el campamento se hizo. El resultado fue varios mordidos de víbora y mas de una decena de picados de alacrán. Por la crisis no había abastos, agua o abarrotes que comprar para cocinar. Pasamos días con hambre. Hasta entonábamos algo en ausencia de los jefes. “PLAYA DE ORO, PLAYA DE ORO, EL QUINCEAVO CAMPAMENTO NACIONAL PAN Y HUEVO, HUEVO Y PAN, ES LA ÚNICA COMIDA QUE NOS DAN”. Así, al igual que los mayas se volvieron excelentes astrónomos, estando tendidos, soportando el calor nocturno y mirando las estrellas, nosotros vimos a nuestros astros jugando al escondite. Tal vez, en otras condiciones, ni los hubiéramos notado. EL 24 DE MARZO DE 1997 ocurrió en Lázaro Cárdenas, Michoacán. También Semana Santa. Allí Lety, Gus, Andy y yo fuimos a la playa a ver la puesta del sol y salida de la luna llena. Supuestamente, entrando el sol volveríamos a ver el disco del otro lado. Añoraba yo esa experiencia, pero nada. La playa se vaciaba, por temor a los robos que ya empezaban en esa época, y en el oriente sólo penumbra como de ciudad al fondo. Ya por irnos echamos una última mirada, y una aguja luminosa empezó a aparecer. Fue creciendo muy lentamente. Ya estaba un poco alta. Resulta que sin querer descubrimos un eclipse lunar. Éste si era verdadero. Y allí nos quedamos hasta que el creciente disco se mostró casi entero. Gustavo tenía 3 años, Andy uno, y Lety sueño, y ya se querían regresar. Pero el aprendiz de astrónomo estaba todo emocionado. Allí empecé a pensar en la posibilidad de que los Eclipses de Luna ocurrieran con más frecuencia en Semana Santa. Sin embargo, no es el caso. Hoy me tomé el tiempo de revisar y encontré un patrón interesante. Ocurrió en 1995, 1996 y 1997. Nuevamente en 2014, 2015 y 2016. Y volverá ocurrir en 2024. Entonces, ¿qué fue lo que falló en mi modelo? Todo mi pensamiento concuerda. Sólo me faltó considerar la declinación de la Luna al orbitar la tierra. Pequeño detalle, como diría el che, que da en el traste con la hipótesis. Tuve que meterme a revisar, porque no podía dejar el tema así. Y aprendí, y rectifiqué. Pido una disculpa. Ahora toca meter mi nariz en nuevo enredo, para aprovechar el tiempo de ocio y arreglarlo. Espero haberlos distraído un rato. Un palazo cuarentenario a todos. Cayucochief.
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